La publicidad no debe abusar de la confianza del público ni explotar su falta de cultura, conocimiento o experiencia.

Tampoco debe valerse del temor ni de las supersticiones sin una razón justificada. Los avisos sólo podrán recurrir al temor para alentar un comportamiento prudente o desalentar acciones peligrosas, imprudentes o ilegales.

Los avisos no deben explotar o aprovecharse del infortunio o el sufrimiento, sin causa justificada.