Incorporar la autorregulación como principio rector de una organización cobra cada día más relevancia, articularmente cuando se entiende como una necesidad superior, que es la de actuar de buena forma, no porque la ley así lo indica, sino porque son los principios autoimpuestos los que prevalecen. Este factor se vuelve preponderante en circunstancias como la actual, donde la fragilidad de la confianza se tensiona día a día frente a acciones que ponen en jaque la moral de diversos actores de la sociedad.
Este mes de septiembre, en que cumplimos 34 años como Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria, CONAR, nos hemos pronunciado hasta ahora en casi 1.200 casos. Esto significa que hemos tenido la oportunidad de referirnos a campañas publicitarias que en su contenido podrían haber afectado los derechos de los consumidores, a su competencia o al mercado en general, pero también demuestra el valor que la industria completa le asigna a la autorregulación y la positiva
intención que nos reúne en el esfuerzo, cuando observamos que el nivel de acatamiento de los fallos es sobre el 98%